 Postal para Carmen Pardo Salgado. |
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| No sufrir compañía |
| – (San) Juan de la Cruz. |
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| I |
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| Ve poema mío, ve y vuela hacia esa señora funcionaria |
| con siniestra pinta de vieja puta, |
| que muy ilustradamente lleva su usura |
| aunque sus alhajas desvelan, |
| como la extraña floración de un maligno |
| hongo, las ajadas carnes de un cuerpo vulgar, |
| triste mujer del montón. |
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| Ve y vuela, poema mío, |
| lanza al viento el amor que ya sólo es ceniza. |
| Saxofón delictivo, simplemente, llora |
| Ve y vuela hacia otro lugar, mundus |
| inteligibilis, donde es la historia atroz |
| tribunal, concatenación sin fin de tumbas negras. |
| Da por perdido lo que muerto ves. |
| Mejor resiste, hazte firme en tu indignidad. |
| Porque infinitamente peligrosa, la taumaturga ésa, |
| especializada en la materia que más al personal aterra, |
| o sea, el silencio, |
| Araña inmensa, recelosa e interesada, |
| calculadora, con celo consciente, |
| premeditado. |
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| La situación es patética. |
| Hombres, mujeres al horror muy diferente acceso habemus. |
| En la naturaleza está de la mujer |
| amarlo todo intensamente. |
| A ti te cazaron por ser una de ésas típicas chicas locas |
| por su cuerpo, partidarias fervientes |
| del amor libre. |
| ¿Sabes que cuando más brillas, |
| más y más crece la oscuridad bajo tus pies? |
| El canalla de tu marido |
| me hizo una vez tanto daño |
| cómo imaginarse pueda. |
| Y aquí estoy yo, haciéndome la muerta. |
| El mérito hendido, la vida destazada; |
| ensartando largos versos contra ti. |
| ¿Con qué fin? |
| Producir silencio. |
| La rarefacción acústica aquélla que graciosamente ignoras, |
| de música calificas, descalificas. |
| Nada podrá silenciar tu escándalo: |
| Cazador cazado. |
| El zorro loco logró por fin alcanzar la gran zorra. |
| Si estáis en la cumbre, |
| sólo podéis declinar. |
| El tiempo es muy amargo diluvio sobre el amor que nace muerto, |
| cortésmente abortado. |
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| Dime de qué presumes y te diré de qué careces. |
| Tus harto bien manicuradas manos, enjoyadas, en tu regazo |
| posando, como obscenos crustáceos |
| al acecho, ciega y muy obediente pupila. |
| Falta de tacto, lo tuyo. |
| Falta de sensibilidad, pues. |
| Sensibilidad, tienes, tienes… |
| -y en la copa profunda caben muchas aflicciones-. |
| Pero tu amor propio, tu vanidad |
| excede. |
| Y te advierto: |
| perfecto veo el gesto que tan talentosamente amagas. |
| Esa captatio benevolentiate bien singular, |
| halagas a aquél de quien esperas un favor. |
| Al filósofo de turno, |
| -o, ¿»al turno de los filósofos»? |
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| II |
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| ¡Oh, pálido semblante taciturno! ¿Quién eres?, |
| enlutado retrato de tinieblas, |
| a ti que eres constante pactando con el diablo, |
| ¿debo explicarte el secreto tirón turbador del mal? |
| ¿Su eufórica embriaguez… sus viejas leyendas de lascivia? |
| No hay nada como la estupidez para darle sentido al infinito. |
| Siempre empapado, a cualquier hora, |
| créeme, no hubo en este mundo mayor esponja. |
| Los dos estábamos en el mismo infierno. |
| Su voz alzó entonces la derrota, |
| giganta con salvaje rostro, |
| la que blanca aferra al bravo guerrero. |
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| La escena es turbulenta. |
| La profundidad se esconde. |
| ¿Dónde? |
| En la superficie. |
| Los colores son la expresión de su voluntad. |
| Son su vida, la vida de las ideas está en la superficie. |
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| Intento reproducir la estructura mediante la luz. |
| La textura pictórica del cuadro debe ser la misma en todas partes. |
| Evito cualquier referencia a la fuente pictórica. |
| Ha sido mas bien la modulación de los colores, su super- |
| posición, lo que ha sustituido a la luz. |
| (…) |
| Tridimensionalidad, |
| creación de una nueva bidimensionalidad, |
| a base de superponer horizontales, verticales. |
| No tengáis miedo de emplear el color… |
| … sólo puede a sí mismo destruirse quien vivió… |
| Azules y verdes se desplazan hacia el fondo, |
| colores cálidos se mantienen en primer plano… |
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| Mister Jones tenía un montón de contactos entre los leñadores… |
| Nunca acaba la obra del mal… |
| … un encanto sin igual. |
| Asfalto que a quien lo lleva embadurna. |
| ¡Qué te llore la ramera! |
| ¡Qué te unte la coronilla con el óleo más fino! |
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| Y a lo lejos, se escondía el sol, |
| amarillo, encendido como un adúltero dios. |
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| Tanto se ausenta uno que ya no lo recuerdan. |
| Tanto mal puede hacerse hasta ser despreciado. |
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| Y el camino se pierde entre azules colinas |
| como una cinta que ondula |
| en minúsculos pliegues. |
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| Y aquí, junto a la carretera, |
| donde el espectáculo debe continuar, |
| es donde moriré. |
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| III |
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| Què poca esperança tinc!, |
| i potser caldrà deixar-la, |
| que no sigui que esperar |
| ens allunyi més del actes. |
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| CORO DE BRUJAS: |
| ¿Estáis los dos sanos? |
| ¿Hacéis digestiones perfectas? |
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| LADY MACBETH: |
| Larvatus prodeo. (Avanzo enmascarada. |
| Soy mala como nadie. |
| Algas me han hecho un manto verdoso). |
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| MISTER PARADISO: |
| Sólo soy un bufón mecido por oscuros vapores… |
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| CORO DE BRUJAS: |
| ¡Herirme a traición y donde más duele! |
| Y acabar sacudida como nunca |
| igual que sorprendida breve nave |
| en alta mar por viento enajenado. |
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| MISTER PARADISO: |
| Todos nos han abandonado. |
| Todo lo devora el tedio hoy en día |
| – no puede uno ya vender a sus muertos…-. |
| El buey en palacio yace, |
| el vil se hace caballero. |
| (…) |
| Da a la muerte licencia |
| si a mi amor no das, niña, aquiescencia. |
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| LADY MACBETH: |
| Las hijas menores |
| en sus miedos y recelos tan envueltas…. |
| ¿Por qué despellejar a los caballeros muertos? |
| Poder fingir. |
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| CORO DE BRUJAS: |
| Los goznes de la luz, |
| los goznes de la sombra. |
| ¿Y los goznes de la muerte? |
| ¿Y los goznes del nacimiento? |
| Conozco las puertas cretácicas |
| que dan al mar. |
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| MISTER PARADISO: |
| Dioses pequeñitos, los nuestros… poco luce lo que mal se adquiere. |
| Hace falta un ladrón para cavar a otro, |
| le dijo el bufón al ladrón… |
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| LADY MACBETH: |
| Somos canalla, estamos igualados: a tal rata, tal gato. |
| ¡Sean fritas las lenguas envidiosas! |
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| MISTER PARADISO: |
| La pobreza, triste y quejumbrosa, |
| siempre rebelde y despiadada, |
| palabras que escuecen usa. |
| Y si no las usa, sí, las piensa. |
| ¡Ah, vejez traidora y cruel! |
| Ahora, ¿qué me queda? |
| Pues ya no tengo el rabo caliente… |
| ¿Deshonor, pecado…? |
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| LADY MACBETH: |
| Esta maldita rigidez mía |
| que nunca la elegancia suaviza… |
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| CORO DE BRUJAS: (Musitando) |
| El chulo de turno… |
| A este tipo le salen más baratas las furcias que los hoteles. |
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| MISTER PARADISO: |
| Miedo, pánico escénico. |
| ¿Dije camino? ¿Dije «a otra parte |
| regreso»? Pasillos y escaleras |
| abajo, hacia el infierno de uno mismo. |
| No, no puede haber regreso alguno |
| al sepulcro de la afasia. |
| El silencio, demiurgo único. |
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| LADY MACBETH: |
| Bufón querido: ¿Deberíamos todos vestir tus colores? |
| No hay nadie que quede sin llevarse a la tumba |
| el agravio de un amigo. |
| Y es en la adversidad de la fortuna |
| donde se demuestra lo que uno vale. |
| Amigo mío, el corazón es una tortura. |
| De tanto sollozo las piernas me tiemblan. |
| El terror se me ha metido en el corazón. |
| Mándanos un diluvio, sí, y harás restallar el látigo. |
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| CORO DE BRUJAS: |
| ¡Es el oráculo del infierno! |
| (…) |
| El orgullo lo excita, la esperanza lo agita, |
| su corazón no piensa sino en el poder. |
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| IV |
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| Me callo y así empiezo. |
| Desde la cocina de mi insomnio o estudio, juzgo: |
| un magífico mutis hice yo hace más de veinte años, sí señor. |
| Hay que amar sólo las cosas que no vuelven a verse. |
| (…) |
| Todo lo que has hecho, no existe, es puro viento ya. |
| (…) |
| Lo más difícil de aprender: El futuro es vanidad. |
| (…) |
| Más vale un puño en reposo |
| que dos manos llenas de fatiga y aflicción de espíritu. |
| (…) |
| Más vale espíritu paciente que arrogancia. |
| (…) |
| Más vale buena fama que buen perfume. |
| Pues detrás de una cara triste, |
| puede haber un corazón feliz. |
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| AVE, DEA, MORITURUS TE SALUTAT. |
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| Conocí el trabajo, el dolor, |
| los lazos que acaban por hacerse culebras, |
| pero grandeza significa soledad. |
| Que se selle tu sueño fluctuante, |
| el verso perfecto ha durar siempre: |
| ¡Ay, del país gobernado por un muchacho |
| cuyos príncipes amanecen entre comilonas! |
| Te enfrías. Por fin, se hace inteligible |
| la inscripción de la espada. Dámocles |
| sobre tu cabeza pende: |
| Si el corazón te falla, |
| no confíes en mí. |
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| V |
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| ¿Y eres algo tú, pompa vanidosa? |
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| YO: |
| ¿Puede haber dicha mayor que despreocuparse? |
| Escribir sin muletas, caminar sin rayas, para avanzar hay que navegar. |
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| Vivir en desarmonía |
| con la época, en contra de los tiempos, |
| a favor del tempo, ésa es nuestra manía. |
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| EXORCISTA: |
| Una exquisita fantasmagoría guarda tu memoria, |
| tiendes siempre a evocar un estadio antiguo, salvaje, brutal de las costumbres. |
| Oquedad rosada, como la herida |
| cicatrizada |
| de una lejana y misteriosa batalla, |
| la enésima carta que te has escrito a ti misma |
| -¿acaso no es siempre así?-. |
| Mas asimismo ése par de monstruos |
| esclavizados llevan sus veinte años; |
| de sobras conocen |
| el sentido de la vida -es decir, la falta de todo sentido. |
| Juraría que tan sólo los castigados tenéis |
| tiempo para pensar… |
| … a los monstruos no les es dado venir tras de sí. |
| Nunca han enamorado a los espejos. |
| Todo lo que desean es una vida opulenta y despreocupada |
| en casas grandes y lujosas. |
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| Apúntate como ganancia todo lo que has perdido. |
| Resérvate cuando te muevas. |
| Golpea en el lugar adecuado y elásticamente |
| vuelve a tu posición. |
| Respiración fluida. |
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| YO: |
| Paso de incógnito en todas partes. |
| Soy invisible incluso para mí misma. |
| I’m not there. |
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| No sé de nada de lo que pueda lamentarme, |
| porque igualarme con los demás |
| siempre se me convierte en una mala jugada. |
| Mi melancolía es de cuño propio. |
| El grito. Sí. Lo contuve. Se disolvió en mí. |
| ¿Qué sentido puede tener la tristeza, |
| la alegría, |
| en esta nada invisible? |
| ¿Yo fragmento de mí? |
| Más que a mí misma, quiero, sí, mi luz. |
| La luz por la que es dulce vivir. |
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| EXORCISTA: |
| Patetismo terrible el del amor burlado y vencido. |
| Tratamos de huir de nosotros mismos; |
| detrás dejamos la piel como serpientes, |
| la sangre, los huesos. |
| Vivimos solos, con dificultades |
| menores, en guerras menores. |
| Sin victoria, derrota, |
| con una turba de agresores, o más bien, |
| agresiones. |
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| ¿Hasta cuándo tú ocupada con la exégesis de la desgracia? |
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| YO: |
| ¿Infinitas veces infinito…? |
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| EXORCISTA: |
| Todo lo ganas y siempre eres la que pierdes… |
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| Nunca habrá cuidado salvo que apriete el hambre, |
| ni favor que no sea de enemigo. |
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| YO: |
| Lo sé, todo en illo tempore |
| sucedió, |
| en un feudo medieval. |
| Fue «derecho de pernada», por así decirlo, |
| de un corazón tan duro y tan fiero, |
| que desprecia la voz del que suplica |
| en las últimas, ¡ay, alma de fiera! |
| Que todo noble corazón debe a un amante socorrer |
| en vez de atormentarlo… |
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| La única forma de libertad: |
| el silencio, de nuevo. |
| ¿Qué mujer efervescente e infinita con frecuencia |
| no tiene de su potencia vergüenza? |
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| EXORCISTA: |
| Todos te deberían llamar madre, |
| aunque eres más bien tumba, legión de tumbas… |
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| YO: |
| En los placeres no hay utilidad alguna, |
| pero el placer más raro es el logrado a costa de sufrir. |
| ¡Montaña, tráeme un sueño! |
| Vea yo un anuncio favorable. |
| ¿No ha pasado un ángel? |
| Lo que más quiero para mí es un amigo, |
| un consejero. |
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| EXORCISTA: |
| Irresistible es la ira primera del diablo, |
| catastrófica, su rabia. |
| Después… también su corazón, su alma se atemperan |
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| YO: |
| ¡¿Su alma?! |
| ¡Su «falta de alma», querrás decir! |
| Nunca nadie podrá eludir nada. |
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| EXORCISTA: |
| Libre de los horrores de las sombras |
| nacidas del infierno… |
| … mucho, mucho tiempo llevamos confundidos. |
| ¿Sube semilla de todo lo que vive? |
| Sobresaltado corazón, |
| de repente no te calmarás. |
| ¿Adónde vas dando vueltas y más vueltas? |
| La vida que buscas, desengáñate, |
| no la encontrarás. |
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| Marcadas están las huellas. |
| Hemos llegado a un lugar, ciertamente, donde nadie debería venir. |
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| Bramaron los cielos, |
| la tierra rugía, |
| el día se pasmó, |
| salió la tiniebla, |
| cayó un rayo, |
| se desató un incendio, |
| las llamas estallaban, |
| llovía la muerte, |
| los resplandores cesaron, |
| el fuego se apagó, |
| se extinguió lentamente |
| se hizo brasas. |