SYMPATHY FOR THE DEVIL -Envoi 2.013.


Postal para Carmen Pardo Salgado.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
No sufrir compañía
– (San) Juan de la Cruz.
 
 
 
 
I
 
Ve poema mío, ve y vuela hacia esa señora funcionaria
con siniestra pinta de vieja puta,
que muy ilustradamente lleva su usura
aunque sus alhajas desvelan,
como la extraña floración de un maligno
hongo, las ajadas carnes de un cuerpo vulgar,
triste mujer del montón.
 
Ve y vuela, poema mío,
lanza al viento el amor que ya sólo es ceniza.
Saxofón delictivo, simplemente, llora
Ve y vuela hacia otro lugar, mundus
inteligibilis, donde es la historia atroz
tribunal, concatenación sin fin de tumbas negras.
Da por perdido lo que muerto ves.
Mejor resiste, hazte firme en tu indignidad.
Porque infinitamente peligrosa, la taumaturga ésa,
especializada en la materia que más al personal aterra,
o sea, el silencio,
Araña inmensa, recelosa e interesada,
calculadora, con celo consciente,
premeditado.
 
La situación es patética.
Hombres, mujeres al horror muy diferente acceso habemus.
En la naturaleza está de la mujer
amarlo todo intensamente.
A ti te cazaron por ser una de ésas típicas chicas locas
por su cuerpo, partidarias fervientes
del amor libre.
¿Sabes que cuando más brillas,
más y más crece la oscuridad bajo tus pies?
El canalla de tu marido
me hizo una vez tanto daño
cómo imaginarse pueda.
Y aquí estoy yo, haciéndome la muerta.
El mérito hendido, la vida destazada;
ensartando largos versos contra ti.
¿Con qué fin?
Producir silencio.
La rarefacción acústica aquélla que graciosamente ignoras,
de música calificas, descalificas.
Nada podrá silenciar tu escándalo:
Cazador cazado.
El zorro loco logró por fin alcanzar la gran zorra.
Si estáis en la cumbre,
sólo podéis declinar.
El tiempo es muy amargo diluvio sobre el amor que nace muerto,
cortésmente abortado.
 
Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Tus harto bien manicuradas manos, enjoyadas, en tu regazo
posando, como obscenos crustáceos
al acecho, ciega y muy obediente pupila.
Falta de tacto, lo tuyo.
Falta de sensibilidad, pues.
Sensibilidad, tienes, tienes…
-y en la copa profunda caben muchas aflicciones-.
Pero tu amor propio, tu vanidad
excede.
Y te advierto:
perfecto veo el gesto que tan talentosamente amagas.
Esa captatio benevolentiate bien singular,
halagas a aquél de quien esperas un favor.
Al filósofo de turno,
-o, ¿»al turno de los filósofos»?
 
 
 
 
II
 
¡Oh, pálido semblante taciturno! ¿Quién eres?,
enlutado retrato de tinieblas,
a ti que eres constante pactando con el diablo,
¿debo explicarte el secreto tirón turbador del mal?
¿Su eufórica embriaguez… sus viejas leyendas de lascivia?
No hay nada como la estupidez para darle sentido al infinito.
Siempre empapado, a cualquier hora,
créeme, no hubo en este mundo mayor esponja.
Los dos estábamos en el mismo infierno.
Su voz alzó entonces la derrota,
giganta con salvaje rostro,
la que blanca aferra al bravo guerrero.
 
La escena es turbulenta.
La profundidad se esconde.
¿Dónde?
En la superficie.
Los colores son la expresión de su voluntad.
Son su vida, la vida de las ideas está en la superficie.
 
Intento reproducir la estructura mediante la luz.
La textura pictórica del cuadro debe ser la misma en todas partes.
Evito cualquier referencia a la fuente pictórica.
Ha sido mas bien la modulación de los colores, su super-
posición, lo que ha sustituido a la luz.
(…)
Tridimensionalidad,
creación de una nueva bidimensionalidad,
a base de superponer horizontales, verticales.
No tengáis miedo de emplear el color…
… sólo puede a sí mismo destruirse quien vivió…
Azules y verdes se desplazan hacia el fondo,
colores cálidos se mantienen en primer plano…
 
Mister Jones tenía un montón de contactos entre los leñadores…
Nunca acaba la obra del mal…
… un encanto sin igual.
Asfalto que a quien lo lleva embadurna.
¡Qué te llore la ramera!
¡Qué te unte la coronilla con el óleo más fino!
 
Y a lo lejos, se escondía el sol,
amarillo, encendido como un adúltero dios.
 
Tanto se ausenta uno que ya no lo recuerdan.
Tanto mal puede hacerse hasta ser despreciado.
 
Y el camino se pierde entre azules colinas
como una cinta que ondula
en minúsculos pliegues.
 
Y aquí, junto a la carretera,
donde el espectáculo debe continuar,
es donde moriré.
 
 
 
 
III
 
Què poca esperança tinc!,
i potser caldrà deixar-la,
que no sigui que esperar
ens allunyi més del actes.
 
CORO DE BRUJAS:
¿Estáis los dos sanos?
¿Hacéis digestiones perfectas?
 
LADY MACBETH:
Larvatus prodeo. (Avanzo enmascarada.
Soy mala como nadie.
Algas me han hecho un manto verdoso).
 
MISTER PARADISO:
Sólo soy un bufón mecido por oscuros vapores…
 
CORO DE BRUJAS:
¡Herirme a traición y donde más duele!
Y acabar sacudida como nunca
igual que sorprendida breve nave
en alta mar por viento enajenado.
 
MISTER PARADISO:
Todos nos han abandonado.
Todo lo devora el tedio hoy en día
– no puede uno ya vender a sus muertos…-.
El buey en palacio yace,
el vil se hace caballero.
(…)
Da a la muerte licencia
si a mi amor no das, niña, aquiescencia.
 
LADY MACBETH:
Las hijas menores
en sus miedos y recelos tan envueltas….
¿Por qué despellejar a los caballeros muertos?
Poder fingir.
 
CORO DE BRUJAS:
Los goznes de la luz,
los goznes de la sombra.
¿Y los goznes de la muerte?
¿Y los goznes del nacimiento?
Conozco las puertas cretácicas
que dan al mar.
 
MISTER PARADISO:
Dioses pequeñitos, los nuestros… poco luce lo que mal se adquiere.
Hace falta un ladrón para cavar a otro,
le dijo el bufón al ladrón…
 
LADY MACBETH:
Somos canalla, estamos igualados: a tal rata, tal gato.
¡Sean fritas las lenguas envidiosas!
 
MISTER PARADISO:
La pobreza, triste y quejumbrosa,
siempre rebelde y despiadada,
palabras que escuecen usa.
Y si no las usa, sí, las piensa.
¡Ah, vejez traidora y cruel!
Ahora, ¿qué me queda?
Pues ya no tengo el rabo caliente…
¿Deshonor, pecado…?
 
LADY MACBETH:
Esta maldita rigidez mía
que nunca la elegancia suaviza…
 
CORO DE BRUJAS: (Musitando)
El chulo de turno…
A este tipo le salen más baratas las furcias que los hoteles.
 
MISTER PARADISO:
Miedo, pánico escénico.
¿Dije camino? ¿Dije «a otra parte
regreso»? Pasillos y escaleras
abajo, hacia el infierno de uno mismo.
No, no puede haber regreso alguno
al sepulcro de la afasia.
El silencio, demiurgo único.
 
LADY MACBETH:
Bufón querido: ¿Deberíamos todos vestir tus colores?
No hay nadie que quede sin llevarse a la tumba
el agravio de un amigo.
Y es en la adversidad de la fortuna
donde se demuestra lo que uno vale.
Amigo mío, el corazón es una tortura.
De tanto sollozo las piernas me tiemblan.
El terror se me ha metido en el corazón.
Mándanos un diluvio, sí, y harás restallar el látigo.
 
CORO DE BRUJAS:
¡Es el oráculo del infierno!
(…)
El orgullo lo excita, la esperanza lo agita,
su corazón no piensa sino en el poder.
 
 
 
 
IV
 
Me callo y así empiezo.
Desde la cocina de mi insomnio o estudio, juzgo:
un magífico mutis hice yo hace más de veinte años, sí señor.
Hay que amar sólo las cosas que no vuelven a verse.
(…)
Todo lo que has hecho, no existe, es puro viento ya.
(…)
Lo más difícil de aprender: El futuro es vanidad.
(…)
Más vale un puño en reposo
que dos manos llenas de fatiga y aflicción de espíritu.
(…)
Más vale espíritu paciente que arrogancia.
(…)
Más vale buena fama que buen perfume.
Pues detrás de una cara triste,
puede haber un corazón feliz.
 
AVE, DEA, MORITURUS TE SALUTAT.
 
Conocí el trabajo, el dolor,
los lazos que acaban por hacerse culebras,
pero grandeza significa soledad.
Que se selle tu sueño fluctuante,
el verso perfecto ha durar siempre:
¡Ay, del país gobernado por un muchacho
cuyos príncipes amanecen entre comilonas!
Te enfrías. Por fin, se hace inteligible
la inscripción de la espada. Dámocles
sobre tu cabeza pende:
Si el corazón te falla,
no confíes en mí.
 
 
 
 
V
 
¿Y eres algo tú, pompa vanidosa?
 
YO:
¿Puede haber dicha mayor que despreocuparse?
Escribir sin muletas, caminar sin rayas, para avanzar hay que navegar.
 
Vivir en desarmonía
con la época, en contra de los tiempos,
a favor del tempo, ésa es nuestra manía.
 
EXORCISTA:
Una exquisita fantasmagoría guarda tu memoria,
tiendes siempre a evocar un estadio antiguo, salvaje, brutal de las costumbres.
Oquedad rosada, como la herida
cicatrizada
de una lejana y misteriosa batalla,
la enésima carta que te has escrito a ti misma
-¿acaso no es siempre así?-.
Mas asimismo ése par de monstruos
esclavizados llevan sus veinte años;
de sobras conocen
el sentido de la vida -es decir, la falta de todo sentido.
Juraría que tan sólo los castigados tenéis
tiempo para pensar…
… a los monstruos no les es dado venir tras de sí.
Nunca han enamorado a los espejos.
Todo lo que desean es una vida opulenta y despreocupada
en casas grandes y lujosas.
 
Apúntate como ganancia todo lo que has perdido.
Resérvate cuando te muevas.
Golpea en el lugar adecuado y elásticamente
vuelve a tu posición.
Respiración fluida.
 
YO:
Paso de incógnito en todas partes.
Soy invisible incluso para mí misma.
I’m not there.
 
No sé de nada de lo que pueda lamentarme,
porque igualarme con los demás
siempre se me convierte en una mala jugada.
Mi melancolía es de cuño propio.
El grito. Sí. Lo contuve. Se disolvió en mí.
¿Qué sentido puede tener la tristeza,
la alegría,
en esta nada invisible?
¿Yo fragmento de mí?
Más que a mí misma, quiero, sí, mi luz.
La luz por la que es dulce vivir.
 
EXORCISTA:
Patetismo terrible el del amor burlado y vencido.
Tratamos de huir de nosotros mismos;
detrás dejamos la piel como serpientes,
la sangre, los huesos.
Vivimos solos, con dificultades
menores, en guerras menores.
Sin victoria, derrota,
con una turba de agresores, o más bien,
agresiones.
 
¿Hasta cuándo tú ocupada con la exégesis de la desgracia?
 
YO:
¿Infinitas veces infinito…?
 
EXORCISTA:
Todo lo ganas y siempre eres la que pierdes…
 
Nunca habrá cuidado salvo que apriete el hambre,
ni favor que no sea de enemigo.
 
YO:
Lo sé, todo en illo tempore
sucedió,
en un feudo medieval.
Fue «derecho de pernada», por así decirlo,
de un corazón tan duro y tan fiero,
que desprecia la voz del que suplica
en las últimas, ¡ay, alma de fiera!
Que todo noble corazón debe a un amante socorrer
en vez de atormentarlo…
 
La única forma de libertad:
el silencio, de nuevo.
¿Qué mujer efervescente e infinita con frecuencia
no tiene de su potencia vergüenza?
 
EXORCISTA:
Todos te deberían llamar madre,
aunque eres más bien tumba, legión de tumbas…
 
YO:
En los placeres no hay utilidad alguna,
pero el placer más raro es el logrado a costa de sufrir.
¡Montaña, tráeme un sueño!
Vea yo un anuncio favorable.
¿No ha pasado un ángel?
Lo que más quiero para mí es un amigo,
un consejero.
 
EXORCISTA:
Irresistible es la ira primera del diablo,
catastrófica, su rabia.
Después… también su corazón, su alma se atemperan
 
YO:
¡¿Su alma?!
¡Su «falta de alma», querrás decir!
Nunca nadie podrá eludir nada.
 
EXORCISTA:
Libre de los horrores de las sombras
nacidas del infierno…
… mucho, mucho tiempo llevamos confundidos.
¿Sube semilla de todo lo que vive?
Sobresaltado corazón,
de repente no te calmarás.
¿Adónde vas dando vueltas y más vueltas?
La vida que buscas, desengáñate,
no la encontrarás.
 
Marcadas están las huellas.
Hemos llegado a un lugar, ciertamente, donde nadie debería venir.
 
Bramaron los cielos,
la tierra rugía,
el día se pasmó,
salió la tiniebla,
cayó un rayo,
se desató un incendio,
las llamas estallaban,
llovía la muerte,
los resplandores cesaron,
el fuego se apagó,
se extinguió lentamente
se hizo brasas.
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