LA MUERTE ES GRAN DISFRAZ

Postal para Juan Felipe Cifuentes Sierra.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(Para aligerar y abreviar estas acotaciones podríamos decir: escenita típica del sofá.
Es un suponer, claro, porque no hay «él» y ella está como soñando despierta un abismado diálogo amoroso.
El amor es la nostalgia y una postal de vez en cuando.
Así pues: hipotético caballero, lánguida y soñadora adolescente, hermoso sofá de terciopelo azul de medianoche.)
 
 
 
 
LOLITA:
 
De haberte sobrevivido… culpable:
soy mujer sin sombra.
La paciencia es mi responsabilidad,
la perseverancia mi obligación.
Este hábito vegetal -no sideral, no artificial…-,
con palabras discretas trenzado, lo confirma.
¿Hubo alguna vez ternura? Mi inquietud
inquiere…
… la hospitalidad es aún insaciable.
 
Encuentro la muerte en tu rostro:
ni tiemblo como delicado instrumento de amor,
ni en mí producen las disonancias aglomeración alguna.
Trabajo como quien a Dios reza,
más y más paciencia en la desmesura implora.
Del amor pasé al diálogo con la muerte:
idéntica expresión sin secreto.
Y aunque se infieran de mi lengua los celos desatados,
te acojo con la antigua constancia,
que por cariño y no por interés servía.
Dispuesta estoy al lenguaje silencioso,
a la separación infinita.
Algo muy dulce me conmueve,
no me digno a nombrar tan metamórfico huésped.
 
 
 
 
AÑEJO CABALLERO ANDANTE:
 
¡Valiente es todo aquello que la juventud cabalga
y la locura guía!
 
¡Ay de mí, me disuelvo en una amplia fragmentación icónica!
Mi figura es inseparable del cazador que observaba…
a sí mismo se cazó.
Los pliegues de mi corazón quisieran estar sempre juntos,
habría que desgarrarlos continuamente para separarlos.
Vaga mi alma en pena, condenada a un sinfín de sensaciones
en ausencia del mórbido vehículo, c’est-à-dir, el cuerpo.
Mi pensamiento fue como el papel de plata,
se arrugó,
ya no puede volver a quedarse liso.
Como en un teatro, formo parte de un coro silencioso
presto a callar en una representación trágica
¿Puede pervivir la semilla fresca entre ruinas que arden y cenizas devienen?
¿Acaso eres tú más sutil que las demás
porque tu verdad ante la verosimilitud no se inclina?
Sé prudente: no hagas una invocación griega
que en ruedo reuna a los tontos.
Di: hay que aprender a tratar los éxtasis.
Intacta: haz como que los toreas.
El camino es largo, muy amarga la sed.
Se apagaron las luces y entre candilejas
enrrollado lleváronse el escenario…
Sólo que esto no es teatro: estoy simplemente muerto.
Y sin embargo, vuelvo a saber.
Y en esta región es saber el síntoma;
y el síntoma se llama mutismo.
 
 
 
 
LOLITA:
 
Amo porque mi tiempo nunca será tu tiempo.
¿Y de mí…? ¿Qué ha sido de mí
en un naufragio al que tanto he contribuido,
puesto que trabajo,
sin cesar para él trabajo…?
Cuando estoy sola me encuentro con aquél que siempre va conmigo.
Soy virgen automática, tierra quemada del todo ingobernable.
Me sustenta, lo sé, la común esperanza:
cuando más desvastado un paisaje está,
más plateado el verde lo penetra.
¿Quieres saber el secreto de mi eterno estar en pie de paz?
Someto el conjunto de las nubes a una intensa dramaturgia.
Muevo las personas, no los paisajes.
¡Hagámonos la ilusión de viajar por tan exóticos parajes!
Si soy tan sólo una triste silueta urbana,
pinto al menos sobre el muro el anhelado mar.
Admitámoslo: a ambos nos viene en gana
acarrear la titánica tarea artística,
subyugante es representar la mirada directa al sol.
Esa es nuestra común inocencia,
la mejor intencionada de nuestras maquinaciones.
Deseamos la vida como si fuera agua,
bebemos la vida como si fuese muerte.
 
 
 
 
AÑEJO CABALLERO ANDANTE:
 
¡Me encanta cuando los escritores se atreven a tomar aliento y ser audaces!
¡Quieres tocar lo invisible! N’est pas…?
Pinta alrededor del vacío,
como el creador crea, ex nihilo.
Joyería es sinónimo de decoración.
Mas, quien escoge a ciegas,
por el humo del sacrificio será cegado.
Así que si quieres cambiar tu arte, cambia tus hábitos.
Pinta como quien engendra un mundo:
enérgicamente.
Pero no actúes:
todo está quebrantado y como a pedacitos.
Recuerda la sabiduría única que el cuerpo
roto te enseñó:
La acción no es la vida sino una muy manera segura de echar a perder
cierta fuerza:
enervamiento.
¿Acaso las cosas no son todas
grietas y fallas?
Dame ahora tu pincel.
Has alcanzado ya la gran elocuencia:
balbuceas.
 
 
 
 
LOLITA:
 
Me ofreces muy irónica melancolía:
la más exacta pintura no es sino travesura.
Lo lejano y lleno de fuerza, sólo esbozado.
Que la imaginación en relieve proyecte
la ciudad por la que te paseas.
Sirva la intuición para con la mirada decapar
las construcciones de los siglos.
Pintor es quien desarmado pintar osa,
el presente de la vida nunca será nuestro.
 
Arte hay que hacer fuera del olor
que la edad incorporó al espíritu.
 
 
 
 
(Vanse por distintos lados.)
 
 
Scroll hacia arriba