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| Para Montse Solerdelcoll Ralló. Por apostar fuerte |
| y en tu tierra, a favor de la libertad de las mujeres afrentadas. |
| Porque con buen genio sigan mutando éstas, |
| y en corriente alterna, |
| tan paradójico amor / desamor . |
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| Me gustas cuando callas |
| porque estás como ausente. |
| Y me oyes desde lejos |
| y mi voz no te toca. |
| Parece como si los ojos se te hubiesen volado |
| y parece que un beso te cerrara la boca |
| Déjame callar con el silencio tuyo. -P. Neruda. |
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| I |
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| -Tú, pequeña rapsoda, ¿acaso no recuerdas…? |
| Tus ojos verdes velan el antiguo estigma, |
| ángel exterminador… |
| Ni a un buen hombre puedes reconocer… |
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| -¡Oh, sí, diosa omnipotente! |
| ¿Cómo olvidar esa severidad tan tuya, tu hielo y tu escarcha, |
| mis diez mil clases de insípido dolor? |
| Es mi propia muerte quien siempre me acompaña. |
| Saliva traga en vano mi boca sedienta, |
| soy de los de sin-amor: presencias rojo ensangrentado, |
| ante ningún tribunal reclamarán… el cielo, tal vez… |
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| -No descuides nunca, niña, el abismo vacío a los mortales reservado, |
| el piélago de amarguras… |
| Pues la palabra poética a la verdad |
| apunta, entre el día y la noche, |
| la deja inexpresada… |
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| -De sobras conozco esa muda triquiñuela… |
| voy contigo, Lady… tuyo será siempre el compás. |
| Déjame tan sólo alzar la voz: Mis contemporáneos… sí, |
| olvidan, lo más cercano, simplemente, no está. |
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| Os advierto, hombres de hoy, preparaos con tiempo para nuevas vidas. |
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| II |
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| Ciertamente, sé mucho más del morir que del vivir. |
| Sólo que saber de ti es inexpresable para los humanos… místico. |
| Mi fascinación se inclina por la muerte: |
| Sólo semillas muertas siembra. |
| Aunque aviente yo cenizas, sea yo grave, demasiado grave, |
| haz de mí, ruégote, a fuerza de sinrazón, fuente originaria. |
| Hablar de ti en términos otros que los de la afectividad es |
| de ti burlarse. Terrible será la venganza… |
| Conocerse implica agonía. |
| Vivir privados del espiritu del mundo, |
| del espíritu del tiempo… |
| Corremos hacia ti, Muerte… y ya estamos en ti, |
| el gran sí es el sí a ti. |
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| Mi cerebro es la más perversa de todas las cosas, mutante desesperado. |
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| Empezó a llover en nuestra habitación… -tras mil naufragios, |
| otra vez, sonríes, Anna. Pero es la tuya una sonrisa meliflua, fanfarrona… |
| Cada día traerá su golpe. |
| Una enorme desgarradura empezó a cicatrizar -entra el vilonchelo |
| por detrás del dolor-. |
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| A tan fecunda quiebra se unió nuestra manía de escribir. |
| Manía, que no paciencia. Manía a la voluntad ajena. |
| ¿A dónde se ha ido nuestra sensibilidad hímnica? |
| ¿La embriaguez de nuestros comienzos… |
| … el alba de nuestras estupefacciones? |
| ¿Dónde está el verano cero… |
| … el inimaginable verano cero? |
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| Mi cerebro es la más perversa de todas las cosas, mutante desesperado. |
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| De la pared de la palabra te nace otro cerebro. |
| El bien fue la luz que dudas disipó. |
| Callabas, mirabas directamente a los ojos… convertímonos en pareja eterna. |
| Caducidades rápidas y más lentas competían entre sí. |
| Pasó durmiendo batalla y estío. |
| Cabalgué un tierno y virgen territorio de mentiras, cabalgué. |
| Ser engañado o perecer, no hay jamás otra alternativa. |
| Tránsfugas de la lucidez…- Ah, Baudelaire, |
| Mon coeur mis à nu! |
| A solas contigo, ¿cómo no demorarse en los espejos? |
| ¿Alguien se queda corto? |
| ¿Alguien vacío? |
| Mascarada de confidencias, la mejor manera de ocultarse. |
| Où ici la justesse? Où ici la justice? |
| Nos escapamos siendo impenetrables… |
| Todos estamos heridos, pero, |
| de tu herida, amor, ¿brota algo? |
| ¿Por qué lo escondes? |
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| Hicimos del error una forma de verdad: Lo que engañaba sabiamente. |
| Ternura voluptuosa, ¿sólo te estabiliza la melancolía? |
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| Y ya sabes, el gran salto siempre pasa por ti. |
| A ti, Muerte, lo logrado. En silencio lo logrado. |
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| Mi cerebro es la más perversa de todas las cosas, mutante desesperado. |
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| III |
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| -He de confesarte, fiel Vampira, lo que no ignoras: |
| He amado a un delicioso mortal. |
| Y a mí, frívola, cual costumbre, |
| pláceme hoy delirar porque he encontrado al amigo. |
| El sueño vive de otra forma |
| donde nos jugamos, aquí, a los dados el placer |
| -mi cabeza… ¡ay, pecado saberlo!-. |
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| (Síncopa, paso de los límites, ése es ahora el ritmo…) |
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| -¡Tú, pequeña rapsoda…! ¿Quién de nuevo te apremió |
| a sentir por la locura una tal atracción? |
| Conseguirás tan sólo manchar tu atavío inmaculado… |
| ¿Cómo sabes tú qué heridas le harán |
| feliz, qué saeta lo tortura…? |
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| -La locura, la estupidez, no mata, Lady Death. Da cordura. |
| y cada uno se procura la pureza como puede… |
| Si se tiene a bien olvidar, como hemos religiosamente |
| olvidado, al biopoder y a su bien parda gramática, |
| cuya muy íntima esencia es todo, todo nivelarlo… |
| breves son los sobresaltos. |
| Pláceme dulce en el paladar de alguien saber. |
| Ser cuerpo sin fines, sin funciones, |
| cuerpo intenso, cuerpo intensificado… |
| Cien maneras de decir jugar |
| (tocar, olfatear, saborear, fijar con la mirada o el oído, |
| embriagarse con lo que nos penetra… |
| … formar, proyectar, sacudir). |
| Me conmueven sus ojos fatales con la esperanza |
| en suspenso, fijos en mis palabras (…) |
| Es el sabor de un sueño solitario: |
| Sólo veo sus ojos mirándome. Olas de otoño. |
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| Verte hoy paréceme ver el sol entre las nubes. |
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| Mas Tú ya sabes, Lady Death. |
| en qué medida el pensamiento trágico en mí domina … |
| Cuando me abrasa la pasión, cabalgo, |
| cabalgo sobre tus hombros enemigos |
| hasta que la tierra misma cede bajo mi arrogancia. |
| Tus ojos, sí, entonces podría inyectarlos de rojo. |
| Mas me conformo con el azul-tiburón de sus ojos… |
| Siento que esparce la vida un espeso haz… |
| Y el azar… el azar es de la ira. |
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| Creedme, hombres del futuro, por favor, creedme: |
| aunque amanezca mi playa llena de inútiles algas, |
| esta gozosa mujer |
| será la primera |
| en eólica canción transformar |
| el canto secular de las tribus |
| que elevan a la noche |
| tan luctuosa canción como merece. |
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| -Estás pisando el resorte de una trampa… |
| … eres sólo sombra, apenitas forma… |
| ¿Acaso no reconoces ya el ciego, crudo |
| resplandor de la más caduca pasión? |
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| -¿Crees que no lo sé…? |
| Pero antes de que este mórbido corazón |
| nuevamente en cenizas se convierta, |
| tomará el amor que grácil se le ofrezca: |
| Apasionada, obsesionada oferta… |
| Lamento no poder aferrar el bosque |
| para mejor retener los rayos del sol… |
| Pues mi sexo se ha borrado de los tiempos. |
| Y si no hubiera habido un rostro clandestino, |
| una mirada humilde, |
| generosidad ante la insolencia |
| ¿cómo podría yo componer un poema de entrañas rotas…? |
| Y no temas, incluso mi mórbida persona cejará |
| antes de que Amor desmaye… |
| Te recuerdo que el fantasma confeso de la mitad |
| armónica de mi cielo, llámase (…). |
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| (…) Desea el descanso, Tántalo, deséalo, |
| ah… siempre tan hambriento de manjar copioso (…) |
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| ¿Qué mar, qué ríos se han enterado de tan lúgubre guerra? |
| ¿Qué región del mundo esta aún de nuestra sangre libre? |
| Y como a los imperfectamente sexuados, |
| a los habitantes de las torres de marfil |
| se nos acostumbra a dar la espalda, |
| como por defecto antes nosotros hicimos, |
| acojo con agrado la fría bienvenida de las cosas. |
| Domésticamente, mando yo… |
| De nuevo en mis cabales, concédome |
| una larga, larguísima pausa para interrogarte, una vez más, amor, |
| amor, que incluso amorosas señas desdeñaste |
| ¿tal vez porque saliendo de la patria huye, |
| huye, una de sí misma también …? |
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| IV |
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| Y bien, a la patria los solitarios vuelven siempre… |
| Precisemos: Piedad filial. |
| (Ya sé, ya sé: Momento penoso… las sillas crujen, el diálogo es poco acompasado.) |
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| Me voy. |
| Para nada sucedió todo. |
| La gran densidad del amor. Para nada. |
| De nuevo, del amor nos colmarán las penas… |
| Otro poema del corazón quebrado compondré… |
| Fue… un encuentro clandestino de lluvia y nubes, fue. |
| No dejéis que vuestros esfuerzos en pereza o amargura se conviertan. |
| ¿Para qué entonces el ritual…? |
| Llegué, incluso, a insultarte, amigo mío, con tal que de mí te apartases… |
| ¿Qué decir mal de ti…? |
| Sinuoso, rebajas la benefactora lluvia, las nubes generosas… |
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| Una barca de regreso, sin prisa alguna, ¿cómo verla?, cuando |
| de pronto, como una flecha abandona su arco… |
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| El aire rarificado de la separación satura ya mis pulmones, imposibles de limpiar. |
| Es difícil llegar a tolerar un testigo de tus más secretas miserias… |
| Hay que alcanzar ese punto. |
| Existencia de inmediato perdida, modelo volcado, molde vacío. |
| Oscura desolación, se acerca profunda como el negro océano. |
| Escribir es una forma de pregaria. |
| Arte, conciencia de desgracia. |
| Describe la situación: Quien a sí mismo perdió. |
| Estofas y carnaciones, en eso consiste la pintura. |
| Texturas y tinturas de las evidencias. |
| Naturaleza muerta, Cuadro vivo… |
| -no hay misterio alguno, el misterio ya ha pasado… |
| ¿Es quizás la sombra de las flores lo que nos separa? |
| Aunque no sea pariente mío, |
| se ha compadecido al ver una vida que se quedaba atrás. |
| Conoce el dolor de mi corazón. |
| ¡No os llevéis la bondad de mi vida! |
| Este pobre cuerpo, lleno de melancolía, lleno de dolor, |
| mira un rostro que confina con vientos, con ciudades. |
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| El sentimiento del viajero renace en mis entrañas. |
| El sentimiento por la separación no deja sosiego en mi mente cuando |
| cabalgo… |
| – mas el silencio de los hombres en la ventana… ¡es verde! |
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| ¿Pero era un caballero, era tan sólo una solemne pretensión…? |
| Quien llega al abandono se convierte en un ser espiritual. |
| Quien no llega es un hombre virtuoso. |
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| Para el otro, cuando muere, ya no hay mundo. |
| Es el fin del mundo, por eso la melancolía. |
| Y el amor de los hombres, puro desgarramiento. |
| No podemos contenernos, abandonamos lo que preferimos, reciprocidad y lealtad. |
| Cuando falla la humildad, inútiles son todos los esfuerzos… |
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| Mi cerebro es la más perversa de todas las cosas, mutante desesperado. |
| Y, ¿quién menguó como yo? |
| Nadie puede sobrellevar la vida solo, tercia Hölderlin en voz bien baja |
| desde su escondite figurado: La caseta del apuntador. |
| Verdadero es cabalgar sin fin. |
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| ¡Ale, hop… hop, hop… hop, hop…! |