No tengo inconveniente alguno en llamar realidad

a la primera hipótesis, bella
apariencia,
ya sea el movimiento circular de los astros, o
este libro que ahora mis manos
sostienen,

no aquél de allí en el estante…-.

Pero, mira, a mí, lo que más me gusta es
paladear
el silencio,
sin moverme, sin masticar, sin tragar;
comer sólo con
los ojos…
Ya me va bien que la cosa misma
su inteligibilidad haya quedado detrás de
su apariencia…
Toda la vida queda siempre detrás…
tras el espejismo,
supuesta acción,
pasas página a la creencia…
¿Soy aún capaz de crear verdades
nuevas…?
Hamlet, el que carece de certeza.
La conciencia fue la última conquista de la especie
humana…
Es lo más inestable, sí…
¿Una
veleta…?
No.
(Entonces, pírrica
la victoria…)
La conciencia es un ensueño trascendente.
Se representa (a sí misma) como vinculación universal
todos los soñadores…-.
Como círculo de un gigantesco
acuerdo…
aparente, claro…
porque luego hay que
distinguir entre
fuerza de la sinrazón (fe en la vida) y
seres profundamente
superficiales,
adoradores de FORMAS.
Entre estos últimos me encuentro yo, no nos
engañemos…
La razón por la cual amo el silencio sobre todas las cosas es
esencialmente
su frágil
 
 
forma de hojaldre.
 
 
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