Conocí a Anna a través de una curiosa referencia que me dio una colega –profesora de terapia ocupacional como yo en la escuela universitaria de la Cruz Roja, Barcelona-. No sólo me explicó sumariamente su accidente -un derrame cerebral, dos años hospitalizada…-, sino que me subrayó que Anna había escrito su experiencia, que era filósofa y escritora. Después de recorrer unas cuantas páginas de Internet, encontré su web, su espacio-tiempo virtual y reivindicativo, en esta homogénea era de la comunicación absoluta, y en apariencia incontestable. Un espacio lleno de historias, colores e imágenes: su tierra.
Más tarde, acordamos telefónicamente la cita. La conocí en persona. Me pareció intuir en aquel momento que las dos íbamos a aprender mucho del encuentro, en forma diferente pero recíproca. Al instante comenzamos una reconstrucción de su experiencia. Las ruinas son muy poderosas, eso es lo primero que aprendí. Las ruinas reclaman construcción sobre la destrucción. Sus reflexiones ácidas acerca de la vida, la salud y la enfermedad, me regalaron imágenes interesantes, inquietudes, direcciones electrónicas y lecturas que potencian aún hoy la elaboración de mi tesis doctoral en Psicología Social, estando como estamos en hemisferios opuestos, ella en Barcelona, en España. Yo, en Santiago de Chile – mi tesis doctoral intenta aportar reflexiones para una ciencia Ocupacional. Habida cuenta que la Terapia Ocupacional puede tanto normalizar (gobernar cuerpos y almas, en el sentido foucaultiano), como intervenir críticamente en la re-construcción de personas que desarrollen una auténtica diversidad funcional.
Definimos nuestros encuentros, el trabajo compartido, como co-laboración. Su apabullante personalidad, sin embargo, arrasó mi torpe y convencional empleo del formulario, esculpiendo de su puño y letra la narración de su experiencia que yo intentaba pergeñar – cosa que le agradezco enormemente…-, y proponiéndome ya entonces el actual prólogo, el del libro electrónico As de corazones que tienes en pantalla. Sin duda no es posible reducir en letras lo mucho que aprendimos, lo mucho que se aprende en la escritura a cuatro manos. Todo esto, en la Barcelona del 2008, mientras mi hijo escuchaba silencioso nuestros conversaciones, teñidas por la cotidianeidad polícroma de la vida -mi hijo nació en la primavera del mismo año en el que nosotras empezamos a trabajar juntas. La independencia en interdependencia. La asistencia personal como herramienta acoplada al cuerpo, así como nuestros ordenadores e Internet nos ponen en comunicación -¡el ejemplo no es casual en modo alguno!
Este as de la suerte que tienes entre manos, viene de un corazón grande, de una pensadora inquieta, y, por encima de todo, de una artista. Un artista debe ser capaz de establecer el diálogo con el entorno cómo quiera éste que sea. Esta vez es un hospital. Arrastramos una idea del arte muy decimonónica todavía. Arte como sinónimo de belleza. Pero el arte no es más que la naturaleza tecnificada. Y la belleza, lo sabemos, es una segregación cerebral del individuo conforme o disconforme con su época -Anna no cesará de advertírnoslo…
Creo que ya es tiempo de que les presente este juego. El juego se enunciaría sarcásticamente : regístrate de nuevo… cabalmente, en el libro de los vivos.
Un recetario terapéutico, un repertorio didáctico, una herramienta de lucha. La carta de la suerte para quien quiera jugar.
(1). La teoría de género en la perspectiva fenomenológica del cuerpo vivido. Célida Godina Herrera http://www.ldiogenes.buap.mx/revistas/3/a2la3ar5.htm, consultada el 10/02/2009
(2). http://www.nicanorparra.uchile.cl/
Pamela Gutiérrez Monclús
Terapeuta Ocupacional,
Febrero del 2009,
Universidad de Chile.