CASTA DIVA (Cada loco con su tema.)

Farsa guiñolesca en acto -virtual.
 
 
 
 
Postal para Miguel Morey Farré.
 
 
 
 
 
 

 

 
 
PERSONAJES
 
DOÑA INÉS
SATÁN
LADY DEATH
 
 
 
 
El lugar es el limbo de los justos. ¿Cómo imaginarse un lugar donde el tiempo es molesta
enfermedad? Parece un sanatorio permanentemente envuelto en brumas. Nubes se ven sólo por las ventanas.
Son tres las voces. Eternamente náufragas. Pasos en la niebla de amigos que se eclipsan. Escasos muebles.
y muy funcionales. Color predominante, el blanco.
Es, efectivamente, un hospital, con ese inequívoco aire de tristeza definitiva. En el telón de fondo hay pintado,
insobornable fondo de gracia y de ironía, un versallesco jardín, vívido pero impoluto,
nadie se pasea en la pintura.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ESCENA PRIMERA
 
DOÑA INÉS. (Los ojos dirigidos al cielo, manos juntas e invocadoras) ¡Dadnos dioses, dadnos algo
más que hombres!
¡Oh, dádnoslos!
 
SATÁN. (Voz ronca, de registro muy bajo, cazallosa.) Cucha niña: ¡Me encanta tu polvo…!
(Satán tiene las cejas y los labios dorados, como un maniquí de escaparate de lujo. En la escena brilla una luz
extraña de sueño, luz de acuario…)
 
DOÑA INÉS. ¿! (Estupefacta quizás, muda de indignación. Tras unos segundos, el silencio se acentúa y los dos
personajes empiezan a dialogar.)
 
SATÁN. (Voz decidida y firme.) No tengo nombre.
Mi nombre es borrar los nombres.
Soy la informe forma que progresiva se absorbe.
Soy cualquier posición sustractiva.
Soy Satán.
 
DOÑA INÉS. (Voz deliberadamente desquiciada.) ¡¿Satán?!
¡¿Soy acaso yo aquella medusa altiva
que a todos los hombres en piedra convierte?!
¡¿Qué demonios sucede?!
¡Una pistola con silenciador y…!
(Ironizando para sí, se niega a tomarse en serio tan esperpéntica aparición.)
¿El chico de turno? ¿El turno de los chicos…?
¡Gran falso has hecho, Amor!
Spiegarte non posso…!
Veo un galán,
con menos barbas que engaños,
blasonando del arnés…
 
SATÁN. (Herido y zalamero.) ¿Ese fanfarrón soy yo…?
¿Menguado y tan escaso…?
¿Alguno de los valientes que tanto en falta echas
quedan, mueren en pie de guerra…?
(Ahora grave y amenazante.) A fugitivas sombras das abrazos.
Tú, engendradora de desgracias:
Tu empeño todo es celar tu honra.
Cuando suena la desgracia con sus hábiles dedos de peluquero…
… desviástete de tu camino -despeñástete desde una gran altura… -.
El color que vibra te fue quitado.
Esfuérzate en no ser de aquí en adelante aquélla que fuiste antes de ahora.
Sé avisada, guarda en este mundo por ti.
De aquí no sales hasta que estés bien cocida.
Un rumor de letanías es el canon de esta respiración…
… palabra te tengo, que sea ésta espina, aire frío,
te aflija y te haga humillar;
te haga volver en ti.
 
(Voz extrañamente dulce, modulada e insinuante.) Ahora que estás marchita y demacrada….
Sed non satiata…
No lo pienses más… siempre habrá un roto para un descosido tal…
¿No te apetece un breve pas de deux con el amor, la muerte…?
 
DOÑA INÉS. ¡¿ ?! (Muda, avergonzada por tan lujurioso alfilerazo, fuera de lugar, tiempo, ocasión…
Tras breves instantes de consternación inicia un solemne monólogo.)
¡Oh, mundo execrable, no es fácil obtener el bien de ti!
¡La muerte no es el mal, el mal es mecánico!
Y vivir, rehenes al destino entregar.
¿Qué me ofreces… celo por celo… y al satánico ritmo del mundo…?
Mercar lo ajeno;
tales cuentas hicimos ya por lunas.
Torearte como a un torero de salón, tal cosa quisiera yo…
mas… no sono in vena…
sé que ante tus ojos mi herida sangrará…
 
SATÁN. (Condescendiente, más y más zalamero.) Mujer, ¿qué tengo que ver yo con eso…?
¿No ves que soy tu igual…?
(Aparte: Donde pensé ganar, perdí…)
(…)
¿Percibes? ¿Percibes, tú, ardiente corazón,
cuán desconsideradamente ardiente estás?
(…)
Sí, el demiurgo es hermafrodita…
Mas, lastima el cuerpo mirar con ceño…
 
DOÑA INÉS. (Voz imperativa, dispuesta a ponerlo todo en su sitio. Principios.)
¡Satán, detente, vas hollando las cenizas de un imperio!
O remembranza si cara e fatal!
¡Tensión!
La eterna lucha entre Thanatos y Eros…
Locuras, las que quieras.
¡Oh, cuánta sagacidad ha perecido aquí!
Las verdes tinieblas de mis muy húmedos días…
Las multitudes son profundidades.
Lo natural, sobrenatural.
Páramos cuya arena es el polvo de los muertos…
 
Llevo luto desde que nací.
Llevo luto por este mundo vil…
 
(Con voluntad de recuperar el ánimo perdido.) Estoy viendo una escalinata que desciende hasta el mar…
Unos escalones palaciegos conquistados por algas y ruina…
Voy a dibujarlo.
 
 
 
 
ESCENA SEGUNDA
 
DOÑA INÉS. ( Monologando. Tan exasperada como pacientemente resignada)
Es ésta una olla más que podrida…
¡Melancólico vals, lánguido vals!
¿De dónde esta conmoción de irremediable pérdida…?
El préstamo de tiempo que me hiciste, Muerte,
es un caramelo envenenado:
Sigo siendo un corpus mixtum…
¡Ay!, ¿cómo me las maravillaría yo para esquivar la fatalidad
que el lenguaje, ese asesino desolado, me depara?
¡Un «tú» ante quien las palabras mismas retroceden!
 
(Sigue monologando, pero el monólogo se modula ahora hacia la remomeración de la experiencia presente.)
Una parte de mi vida se convierte en pálido recuerdo,
se ciega un canal…
y yo aquí luchando con mi negro humor, mi macabro humor negro…
para que de toda política se entienda, cuando menos, la revuelta…
Y sin embargo, las personas excesivas estamos perdidas.
¡Perdidas!
Lo menos andante con moto del mundo me ha tenido que suceder a mí…
¿Pues no se me acaba de aparecer el propio Satán
para proponerme una cama azarosa…?
¡Ese poco que siempre falta…!
¡La maldita, maldita, del desamor claustrofobia!
que te hace aparecer siempre como una pobre de espíritu…!
 
(Iluminándosele la cara súbitamente.)
Tendré que recurrir a la diosa omnipotente,
mi fiel Vampira de lacónicos ojos.
Son tantas las intrigas que se ocultan tras el blasfemo nombre del amor…
¡Irreductible, eterna, universal e ingeniosa humana ferocidad!
 
(Ha llegado el momento de invocar a la diosa nocturna,
al negro sol de la locura, la luna.)
 
Ven, oh, Lady Death, ven con tu reptil determinación.
Ven a recordarme:
Nunca te acompaña quien a tu lado va.
De nuevo hundido barco de uno,
pero imposible es hundir un navío fantasma.
 
Tú, Muerte, que entras simple y prodigiosa,
tutora de mi mente,
¡concédeme ser tutora de los misterios tuyos!
 
LADY DEATH. (Es un esqueleto andante, coquetón… con blanca peluca deciochesca llena de pájaros,
cintas y abalorios.) ¡Ah, niña! Esa maravilla siniestra y tan galante…
(Hablando sola) Vuelven a estar de moda las flechas largas….
(La regaña comprensiva, tierna y maternal.) En verdad es la Historia gran obra del diablo…
y tu cólera… dejasela a los dragones,
pues según los musulmanes, Dios jamás ha dirigido a nadie la palabra.
Los ínfimos dioses ordenan sin mandar.
Ya sabes: El orgullo de un dios es su silencio.
Ese Satán… fue un fantasma del mañana, un vulgar caradura.
Un hombre misterioso, inquieto, usado a mandar.
¿Te siguen halagando los trajes de época…?
¿Hasta el punto de dar crédito a la superstición?
Fue y pasó un individuo arrogante
que todo lo que dice lo ha proclamado el oráculo:
What I tell you three times is true.
La culpa es tuya:
Por ser tan resabiada.
La confianza es la mayor pérdida que pueden las personas sufrir.
Mira por ti.
Que cual tú te ves, yo me vi.
Y te verás cual yo me veo.
 
(La escena ha adquirido poco a poco luz mágica. Luz primaveral hiperrealista.
Las perspectivas están deliciosamente equivocadas y, en especial, Doña Inés
aspira intensamente allí donde Lady Death ha estado, como si aspirase aire de montaña.)
 
DOÑA INÉS.(Infantilmente animada. Un poco fanfarrona incluso.)Tan ancho, tan loco, tan avezado…
… no hay cincel que mejore un rey tal….
… la áurea mediocridad de quien no es ni amo ni esclavo.
 
LADY DEATH. (Muy grave, como para que de nuevo Doña Inés se ponga a reflexionar.)
Entierra tu dolor en la tierra mortal de lo caduco.
Nunca encontrarás más abrigo que el espacio.
De mujeres es acostarse de vacío con la muerte…
 
DOÑA INÉS. (Con paciente gravedad.) Apiádate de la desgracia de tu adicta, Lady…
Ésta es la historia de siempre:
Acorralada ropita.
Corazón, pellejo humano a la brasa.
Pues no hay tigre, ni león, ni basilisco que al hombre iguale.
A todos en fiereza excede.
Y luego, ciertamente, el fiero dolor de la pasión.
Pues él es tan invulnerable como el aire.
(…) Dandys contrahechos han violado a todas las mujeres. (….)
Tedium vitae… simpático el horror,
cum granum salis:
(…) La monstruosa carne troceó, pura maravilla.(…)
Ver en los vivos del cadáver el derecho.
(…) Sé siempre fiel y honrado hasta la tumba. (…)
TEATRUM MUNDI.
Gritan las más inaudibles gárgolas de piedra.
 
(Le detalla sus cuitas con la misma seriedad que monologa.) Y aún después, el cuento que enajena,
donde es dichoso el dolor:
(…) Las campanillas suenan de los camellos colgantes (…)
 
Y retratos de pasillos colgantes.
Atestado de batallas ya libradas.
Reloj de escenas que sonando siguen cuando yo ya quisiera estar en otra parte.
(…) Tuve frío con tu frío (…)
(…) Bebí sorbos de tu pena.(…)
Acabáramos: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. (…)
 
LADY DEATH. (Extraña y amistosamente dialéctica.) ¡Tiempo! ¡Todo el tiempo que es tuyo!
¡Que podría ser tuyo!
 
DOÑA INÉS. (Con renovado ímpetu.) O.K., Lady, limpiemos, pues, el sotobosque del pentagrama inferior…
Olvidemos este asunto extraterrestre, brujería evocatriz.
Aunque todo en este mundo suda crimen,
¡ahí está el callado lamento de la naturaleza!
No voy a consentir que mis palabras deriven en ulcerado pathos.
Mis hijos muertos empollando,
urdamos, sí, formas tan bien tramadas que venden la rotura de la razón.
No cometamos más errores, no nos liemos con las convenciones…
(Confiadamente.) Tú, Lady Death, y sólo tú debes tener
el libro negro de las frustadas visitas,
la red de contactos de las amazonas todas que la muy humana Historia
ha hundido por pretender ser radicales…
… todas las Antígonas, Casandras, Clitemestras,
Dianas Cazadoras, Hécates, Medeas, Penthasileas…
Tú y sólo tú, tienes la llave que abre la comunicación de las amazonas todas.
Radical, feminista llamamiento a la Historia transversal.
 
LADY DEATH. (Ensartando uno de los rizos de su blanca peluca con los huesos del dedo índice.)
¿Pretendes que sea yo del diablo la abogada…?
 
DOÑA INÉS. (Condescendiente con el coqueteo de Lady Death y sin mudar ni un ápice ni de intenciones .)
No tiene prisa. Enuncia ante ella lo que piensa sin reparo alguno.)
Sé que eres espontáneamente diabólica.
Soy paciente.
El gran paroxismo… millones de años, pasó… el cretácico, quizás…
Me escondo en un río sinuoso, divagante, de lecho poco encajado.
Me rodea la selva umbrófila, el bosque denso.
Y cuando ando al descubierto, la vegetación es como la de un páramo:
permanente nubosidad, sotobosque de bambús, helechos
arborescentes, musgos, líquenes, piso frío.
 
 
 
 
ESCENA TERCERA
 
 
DOÑA INÉS. (De nuevo, monólogo absolutamente despreocupado de los posibles oyentes, e incluso, de la vanidad
de las propias palabras. Mirada neutra y ausente, ni siquiera es dramática.)
¿Debería yo de mi pensamiento expulsar el espléndido verbo de la tragedia?
No.
Mi experiencia es pensamiento que la sensibilidad modifica.
Genius vitae.
¿Qué es ese «algo» que los hombres persisten en llamar genio?
Nada más misterioso que el destino de un cuerpo humano.
Genius vitae. Genius vitae.
Un tiempo y un espacio que nos libere de la tiranía de los afectos.
El recogimiento en sueños.
La intensidad del sueño me transporta al no ser, pues
el verdadero movimiento en la inmovilidad acontece.
Me circunda, me baña, la música.
La perversa y milenaria de la música dulzura.
Tan sólo la musica agujerea el cielo.
Del menor cuerpo hemos salido ya, dirección al cielo, que es luz pura.
Decisivo: Salir fuera de los márgenes del mapa.
Bien vivió, quien bien se escondió.
Calla, razón obtusa, calla, calla. Genius vitae. El cuerpo es el poema.
¿Se ama jamás otra cosa que la sonoridad de las transparencias?
Mi orgullo visceral y el magma interior de la tierra.
Una fantástica laguna volcánica con toda su energía íntegra.
Energía motriz, letras probando una fe.
Lejos, lejos de aquí es mi objetivo.
Voluptuosidades que recuerdos parecen.
Recuerdos que voluptuosidades parecen.
Del artificio, a la naturaleza profunda, ése es mi viaje.
 
La belleza es el recuerdo anticipado de los gestos de amor callados (Baudelaire)
 
(Súbitamente, conmocionada por las propias palabras. Gran velocidad.)
La gran ferocidad de la pasión amorosa:
El bien y el mal simultáneamente,
íntegros en la fuerza del Arte.
La fiereza de la desdichada vertida en la gran fiereza del artista.
Viaje de siglos hacia la forma estricta.
 
El soliloquio del cello despliega un gran paisaje.
Una cápsula de tiempo (espacio) en treinta movimientos.
Variaciones sobre un mismo tema a modo de salmodia.
SALMODIA.
SALMODIA.
SALMODIA.
Una estructura cromática fundamental,
errática actitud,
y,
de fiesta en fiesta navegar.
Hermoso giro, noblesse oblige.
Escultura de la paciencia, escultura escultural,
DESIDERATUM: Un poema sacro que reúna cielo y tierra.
El fuego corre por mis venas,
pero son mil los espíritus, nadie sabe cómo,
que en mi verde mar transitan.
Sola, sin embargo, permanezco,
con el fuego que intenta inflamar el fuego,
todas las cosas existen conmigo.
 
Amor, que a nadie amar perdona.
Amor, que ya nunca abandona.
Pues, la verdad de un alma crece hacia cero
y el horizonte, pincelada de mi invulnerabilidad.
Pintar.
Aquí se zambullen todos los momentos.
Se invaginan uno detrás de otro.
Donde las rocas se licúan,
y una llanura parece el verde mar.
Cuando se arremolinan nieblas tardías,
¿CONCUPISTENTIA OCCOLORUM?
 
INCITAMENTUM.
No se pinta lo que se ve, o lo que se cree ver,
se pinta con las mil vibraciones del golpe recibido.
¿Quién será y de dónde vendrá, la protagonista de esta historia?
Mi cuerpo todo acusa la desesperanzada certeza.
¿Para qué menospreciar mi spleen?
Sin mi vacío, Amor, ¿quién te reharía?
Mi conciencia o mancha de vacío.
El vacío como femenina forma de estar,
de acogerlo todo.
Ausencia del sentir melancólico en este mundo de pérdidas, constato.
Como sólo tú puedes hacerlo, trabaja, cerebro mío, trabaja.
Murióse la mujer automática,
viva que viva la mujer interior.
¿Acaso retienen su aroma las flores para no marchitarse?
 
La conciencia no se percibe a sí misma.
El buen sentido es digestivo.
La conciencia superior es cuestión de entonación.
Es entonces cuando la ciudad se abre como un paisaje;
en torno a ti se cierra como una habitación.
Obra maestra nuestra es la vida privada:
La voz que habla callando dentro.
Yo, que toda una vida he avanzado sesgada…
Echa las cortinas. No enciendas.
 
Brilla y queda en tu lugar, poeta.
Aunque vivas entre límites, mueres en la infinitud.
 
Harta, y más que harta, de la espiga pendenciera,
mi sangre ha perdido su coloidal.
Mi ser entero deposita piedras.
Soberana sangre fría.
Di, silencio ¿alguien más…?
 
SATÁN. (Voz de ultratumba, pero firme y autoritaria.) ¿Hablo acaso con voz muda?
 
DOÑA INÉS. (Asustada, encogiéndose de nuevo.) ¡¿Quíén vive?! ¡ ¿Lady Death…?! ¡Satán!
 
SATÁN. (Orgulloso de ser el más maligno de los fantasmas.),
Quien soy, os diré quien fui, quien pienso ser.
 
DOÑA INÉS.(Osando ironizar.) Siempre habrá una cotorra que muy seria anuncia el carpe diem…
 
SATÁN.( Con un conspicuo gesto facial: una ceja arriba y otra abajo.)
¿Qué frío tan mortal ha soplado sobre esta bella flama?
 
DOÑA INÉS. (Espontáneamente.) ¡Ah, Satán, eres inconfundible bajo tu disfraz de cerebral clasicismo!
 
SATÁN. (Con cara de cínico penitente.) ¡No temas, niña! Adiós al galante tic de la civilización…
Y descuida, me has toreado como a un torero de salón.
Llevo ya la cola entre las piernas.
 
DOÑA INÉS. (Fantaseando humorísticamente. Relajada: ya sabe quien es su antagonista.),
¡Qué menos! Soy la fundadora de la línea real,
fruto de una mujer y de una pantera.
 
SATÁN.(Incansable galanteador, fingiendo intriga.) ¿Cómo se corresponden esa estepa y esa taiga infinitas…?
 
DOÑA INÉS. (Autoritaria y grave.) No me canses con tus eternas dudas.
Aquella extranjera, la Muerte, es fiel compañera mía.
 
SATÁN. (Impresionado por su gravedad, cita a Baudelaire.) Son tus alas de gigante lo que te impide caminar.
 
DOÑA INÉS. (Coqueteando a su vez, domina la situación.) ¡Cómo te pasas, Augusto Satán!
If you can’t be free, be a mistery.
 
SATÁN.(Consmiserativo: la cara de póquer de los filósofos.) Mi ser es desaparición.
Veo al que me ve.
TEATRUM MACHINORUM.
 
DOÑA INÉS. (Esquiva y sarcástica: apagando el razonamiento.) Que rima con «SANCTA SANTORUM»…
… ojos que no ven, luz que no existe.
 
SATÁN. (Intenta poner cara de pena, pero no pasa de tartamudear.)
No, no tengas miedo. Si me buscas, me encontrarás.
 
DOÑA INÉS. (Segura de sí misma y distante.) Sí, ciertamente, la noche surge de un relámpago.
 
SATÁN . (Monologando como Doña Inés. La imita descaradamente.) Afligido contemplo la locura pasada.
Y gozoso veo ante mí el placer que espero.
De antiguo amor sentí la gran potencia.
Pero no puedo ya atravesar espejos…
L’orgoglio è quello che voglio dalla mia essenza.
Mi botín como el mar no tiene confín…
…. la muerte potencia mi Dulcinea.
Hay que convertir cada ausencia en delicia.
El alma simplecilla por delicia
se inclina a todo lo que se imagina ser delicia…
 
DOÑA INÉS. (Con cara de asco.) Satán: Me repugnas. Nada podrá evitarlo ya.
 
SATÁN. (Imparablemente irónico.) Ah, qui mi dice di mai!
El mundo y la vida estén enfrentados quizá…
fra i pensieri più funesti di morte…
mas tú eres la hermana gemela de ti misma.
tu doble póstumo.
¿Qué me dices de la visión daimónica del ser humano?
Ésta es la historia de tres fantasmas que ponen las cartas sobre la mesa.
 
DOÑA INÉS. (Tierna, concede.) ¡En eso llevas razón. Satán!
Yo he ganado en conocimiento. Mas, ¿qué es la vida sino
el lugar de las separaciones?
Nuestra ira y nuestro enojo acaba
siendo la PAZ de en medio.
Envejecemos con el corazón en reposo,
arrullados por cotidianos hábitos de dulzura y ternura,
Rey Muerte, esto es, para ti, lo sé, gran regocijo.
 
SATÁN. (Razonando imparablemente: el lenguaje es el medio del mal.) Afortunadamente, sé perder.
La pasión amorosa es pasión inhaprensible.
La llamada Folie-à-deux
Mira con cuánto acierto desbrozaron el lío los filósofos del bien:
Primer paso: PLATÓN. El amor es exaltación de la contemplación.
Y el erotismo, natural escenificación de la imposibilidad de amar -contemplar…
Segundo paso: EL CÓDIGO DEL AMOR CORTÉS
(en el siglo XIII alcanza su clasicismo),
De de la pasión, sublimación.
Al fin y al cabo, erotismo no es sino naturalismo.
La mirada, la distancia, su natural sublimación .
Así su solución: L’AMOUR EN FUITE.
 
DOÑA INÉS . (Ironizando a su vez, tranquilamente.) ¡Estás desconocido, Satán!
¡Te contentas con sentir!
Como el vil judío arrojas una perla,
la más codiciada de las humanas perlas…
 
SATÁN. (En tono lastimero.) DELECTATIO MOROSA…
Tal vez ya ningún objeto merezca mi constancia…
¡Dejadme ir en vuestras naves!
No caerá Troya,
¿por qué tengo que quedarme…?
¡Las lánguidas cuerdas ya no vibran!
 
DOÑA INÉS. (Juguetona.) Pero abominable y cortés Satán,
¿pretendes decirme que no hubo fisura alguna?
(…)
Todo fruto tiene su secreto…
¡Por fin reconozco al diablo:
Violencia enyugando las más heterogéneas ideas!
 
SATÁN. (Fingiendo perfectamente ternura.) Tan peculiar sinceridad en un mundo tan asustado
como el nuestro, resulta terrorífica, niña…
Mas, ciertamente, el placer de la soledad se sobrepone a los abrazos.
Para el espíritu la vida no es sino batirse en retirada…
Nuestras más dulces canciones los más tristes pensamientos ilustran…
Al fin tu llanto, se mezcla con el mío,
anega el mundo…
 
DOÑA INÉS. (Con gesto cansado, como se aparta una un niño insolente y pendenciero.)
¡Satán cortés, Satán sentimental, perverso Satán…
… eres un asco, Satán!
¡Déjame sola, te lo ruego!
Entre enemigos, sólo es fecundo el diálogo mudo.
Además, yo ya ser de mí misma la ENEMIGA.
 
SATÁN. (Fingiendo sentimentalidad y vulnerabilidad.) Si fuerzas tienes tú para adiós decir,
fuerzas yo no tengo para retenerte.
Del globo terráqueo a la lágrima,
de la lágrima al diluvio…
 
DOÑA INÉS. (Completamente decidida a no dar más crédito al fantasma. Declamando.)
¡Ah, dioses, piedad, sólo me faltaba a mí un pusilánime Satán!
No, no quiero negarme por más tiempo la experiencia
de ir tras el sol de este mar sin gente.
Acorde con mi dolor.
Con mi volcánico ser acorde.
Acorde con la presteza que da el deseo o la congoja.
Con el temblor de las manchas luminosas, acorde.
¡La batalla va a durar toda la vida!
Dólares cabalgan dolores en ésta, mi fantasmal ciudad,
despiadada imaginación libre la mía.
 
( Soberamente lunática: la belleza no necesita ser pensada.
Declama como llora una plañidera en la tragedia griega arcaica,
Como quien silba al cruzar la cuerda floja, porque ser funámbulo es también pura rutina.)
 
Trabajar duro, rendirse nunca.
Un día de pereza es un mes de maldad, de infortunio o mala suerte.
Una nueva profundidad se me abre,
suficientemente justificada por el calvario del amor,
cifrando todo el orden de las cosas,
en verde pensamiento, en verde obra.
La expresión obstinada de mi rostro…
Con todo estoy a otra profundidad.
Un paisaje submarino gótico me rodea,
una arquitectura de arácnida belleza…
… la amplificación de ruidos bajo el mar.
Sin posibilidad ya de ser interrumpida,
SOY UN PEZ ABISAL.
 
Individuo intenso en las sombras él mismo, el pez.
La noche tiene color de párpados.
Que encuentres pocos temo, canto mío.
 
 
TELÓN LENTO
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