acto seguido, Andante con moto

 
 
 
 
Para Alfonso Sánchez Hormigo.
 
 
 
 
Por una muerte muy viva, la vida en muerte he derramado.
¿Devuelvo dardos al hombre que me venció?
No. El olvido perdona e ignora.
Si vuelvo al escenario es para hacer teatro,
teatro con flores de sombra:
 
Con mis ojos escucho las voces de los muertos.
Porque mis ojos escuchan las voces de los muertos,
soy como el cántaro
roto: Íntegramente reconstruido menos el pedacito del asa,
y mi metempsicosis, muy difícil de explicar.
 
Para llevar a cuestas el mundo,
entoné la vieja canción: Come away Death, come away.
Pero todo me salió al revés:
Me creyeron muerta cuando dormía,
dormida cuando moría.
 
Nervertheless, me hice pasar por homo ferus.
Si estás en coma no es preciso que demuestres:
Que no puedes hablar.
Que estás cubierta de pelos.
Que a cuatro patas te desplaza la gran velocidad.
 
 
Silente,
entre palabras huidizo,
sentido.
 
 
El recuento de una metempsicosis
en el camaleón sapiens es subyugante
imposible.
Cierto es que el poeta habla cuando ya no puede cantar…
así que voy a intentar galvanizar mi común estigma,
De la necesidad hacer virtud,
con nueva música, nuevo número áureo.
 
 
El surco eléctrico es incomprensible cuando
apocalíptico pinta el espectáculo.
La pintura como diapasón.
Cabalguemos un ritmo universal,
conseguiremos no representar objetos, hacer un cuadro.
Si el acorde principal es modulado
por superficies cromáticas más pequeñas,
la disonancia en el área mayor amablemente
priva la representación total de las diferencias
espaciales en el mundo estigmatizado:
Aquello que llamábamos luz, se ha vuelto
hermético y escaso como cualquier otro material.
Al célebre silencio, lo llamo yo ya
enrarecimiento acústico,
pues desde mi aérea perspectiva
se aprecian sólo coloreados interdictos.
Si bien está muy agrietada el alma mía,
el cristal sobre el que se aplica la pintura
es soporte y percepción al mismo tiempo,
y en consecuencia, algo muy parecido al barniz del óleo.
 
 
Silente,
entre palabras huidizo ,
sentido.
 
 
¡Otra vez selva oscura en mí y en torno a mí!
En tono más grave del usado,
entono la democrática canción:
Los misterios son del alma,
pero es en un cuerpo donde se leen.
 
La generación que a bien tuvo descubrir
esta lumbrera,
tenaz, aún la pisotea.
Sí, soy un montón de imágenes rotas y muy sórdidas,
pero imágenes que devuelven los reflejos fragmentarios
y, como, en verdad, nada tiene más fuego que la ausencia,
experimentábamos, voló el sentido,
¿Creéis, tal vez, que un nuevo sentido impone
a los reflejos en miríadas esparcidos
el viejo y único sol recomponer…?
 
 
Lo que se zafa más suyo es:
Fantasmagórica e interior circunscripción.
Abandoné el propio nombre,
como un trizado juguete,
porque tuya, oh Muerte es la majestad de todas las grandezas.
Tú me impulsas ahora:
Nunca hay fuerzas para cumplir dos veces la misma obra.
¿Puedo hacer algo que a Amor concierna?
¿Dónde están los verdes de antaño?
¿Dónde las grandes, las magnánimas lluvias?
 
Quiero la luz numerando devolver
múltiples sombras:
La simbólica danza con lo imprevisto e ignoto
me asiste y persiste.
Puesto que escribir es herir y muy adentro.
Sigo siendo sonoro cántaro
que sólo con sonar se rompe.
Corola de tinieblas, madre Muerte,
tú que sin huellas caminas,
te lo ruego, acompásame.
Mi venganza, lo sabes, es HUELLA.
 
No conozco mayor dulzura
que el naufragio en un silencioso mar:
La mar siempre rumorosa recomienza,
silencio es todo mi penar.
Silencio o… pensamiento.
Solamente el pensamiento sacia
la muy bárbara sed del soñoliento cabalista.
Guía única en todo público negocio…
 
Mas pensamiento es ténue luz muy nebulosa
que la madurez derriba.
Pensamiento es olvido.
Su salud, su sabiduría:
NUNCA HABER PENSADO.
Y el olvido
 
 
cae.
Palabra callada,
abortado grito,
silencio raro.
Si la nada es igual a su semántica,
el silencio vale su peso en infinito.
Brocado basto, artero, no musical.
Bahía verde,
en contra del ocaso
LUZ
se rebelará siempre.
Silencio escuchado,
en negro no se funde.
 
 
La vida… la vida, bien lo sabéis, la vida vale un Perú.
Lo mío es tan sólo un imperio:
Con mis ojos escucho las voces de los muertos.
Sin ver de fuera nada, sin oír ningún rumor;
mi cerebro siempre en llamas,
imperiosamente vuelto el rostro al océano sapiens….
¡Cuánta oscuridad embarga las mortales luces!
 
 
Una siniestra trama la supervivencia sella.
Ya no pregunto por qué estoy aquí:
Fue un error.
En silencio apuesto por una errónea salvación:
Muerte, te doy mis fuerzas y mi medro…
 
No hallaré otra ciudad, no hallaré ningún otro mar
tras este lúcido, ignoto mar.
¡Inmersión, otra inmersión, si quiero hallar!
Como si en mi pobre alma lo ignoto se ocultase,
el exquisito paisaje…
 
¿Nostalgia de los mil placeres cambiantes
que ignoré cuerpo presente...?
Con mis ojos escucho las voces de los muertos.
Mi cerebro siempre en llamas,
mi ciudad es la ciudad osario de todas las ciudades.
Tanta claridad, es una dicha,
da la paz no victoriosa.
Suavidad de la soledad:
La propia vida ver de lejos.
Hay incluso placidez, no duele.
Nada en balde pasará si felinamente pasando muestro,
esclavos cardíacos de lo súbito,
cuán admirablemente cálido es el rincón de un artista.
 
Mi huracán de amor y odio
estéril ahora sería si
bien fría no escribiese yo ya.
Y no nos engañemos:
La misma (vana) pasión
que nunca devolverá el instante vivido…
no obstante, la resplandeciente inocencia de innúmeras metamorfosis,
¡vive Dios!, resuena AQUÍ:
Pensar se arrastra lentamente…
 
Las personas estamos siempre como expulsadas
por una edad media crepitante…
… edad de la lata.
Y aquella simpatía primigenea
me advierte de que las almas sinceras
en caras sinceras deben descansar,
aunque a éstas las torture
el humano y perverso ensamblaje.
Entonces Amor es
como siempre ha sido:
Una congoja delirante.
¿Soy acaso en cielo cerrado luminaria?
Aquel que en torno mira hallarse suele…
Pero, bueno, hay días en que trinan por el cielo bandas de golondrinas…
o este permanente y melancólico acceso mío,
mi ira abundante…
… los quiméricos planes de mi vida solitaria,
o vos, que me miráis con ese luminoso don
que la belleza tiene cuando la herimos rotundos…
Estoy confusa:
Preciso la belleza conocer,
nada más.
Ni evocar aquello que otros han deseado,
ni hacer en acopio obras de amor y placer.
 
Nunca haré poesía de salón.
Nunca acordaré las lunáticas músicas
del errátil juicio humano.
Ya sé que Amor me halagará siempre con su salud deslumbrante.
Y me dejará en prenda
la inhumana falta de nobleza.
Falta.
Falta.
Falta.
Habrán siempre quehaceres mejores
que armonizar
ruidos gruñiéndose el uno al otro.
No quiero morir lánguida o infame.
No voy a morir de nuevo así.
Amor, amor mío, ilusa esperanza de vos me tiene mala.
Vuestras venidas escasas…
Vuestro gesto desvía equívoco mi esfuerzo.
Idos, amor, adiós,
no quiero ser hallada.
 
Este mundo que con absoluta soberanía regento,
este tiempo por cadenas de los signos retenido,
no, no, no. No es esto vida,
sino abstracto sentido.
 
Silente,
entre palabras huidizo,
sentido.
 
 
 
 
 
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