océano lívido

 
Para José Carlos Torró Casanova
 
I
Cuando era mayor gustaba de la ruleta rusa. A una linda muñeca nunca le faltan compañeros en el juego (¡verlo para creerlo, la selección natural que el motu propio opera!)
Casanova me llamo… los Casanova oscilamos entre ciénaga y espejo. Ahora que vuelvo a ser pequeña, recordar no quiero cómo la ciénaga desbordé…- me repugna mezclar en esto el azar…¿azar? ¿suicidio? ¿amor…?-. La última vez que lo intenté, por poco me sale bien: Matamos a la chica fabulosa en el espejo. Con sumo cuidado recojo los cristales rotos en el falso suelo de mi vida.(…)

(…) El volcánico peligro seducía a James Bond -¿os acordáis de James Bond, el agente secreto 007, con licencia para matar… ? Antes de la anónima pesadilla, pera en dulce, silla de ruedas, una bellísima película, ladies and gentlemen: Linda flor de papel. Sueño añejo, mas lo viejo moderno es si se actualiza.

Las mujeres del Japón antiguo se casaban por cuestiones de parentela. Si osaban decidir ellas a quién amar, eran ajusticiadas -el harakiri siempre llegaba con delicadeza a tiempo…-. Y, por supuesto, cantaban. Cantaban a la libertad de irse a pique -¿libertad o fatalidad…? Why am I so black and so blue?
Estoy hablando de todas ellas, de todas ellas y de mí: Yo fui una chica Bond. Pálida rosa, negra y azul. Una chica Bond jamás conoce al verdadero Bond. No deja de satisfacer los pneumáticos antojos de tipos generosos en una buena película de intriga y acción…
Yo era una más de esa especie real y dócil hasta que el buen Dios dijo ¡basta! Entonces, caí con gracia… ¡Oh, sí, ladies and gentlemen, paradójicamente la desgracia el perpetuum mobile ilumina! Un ángel negro me recomendó reposo absoluto. Me aconsejó la tierna inmovilidad que permite saber: Donde te apoyas, occidente. Te orientas, pues, hacia oriente. El ángel negro al oído me susurró: Haz sólo aquello de lo que seas capaz.
 
 
II
Todos los bárbaros sois unos calaveras.
De qué he sido yo capaz. De qué. De qué.
De dar lumbre a las palabras, de volverme corazón.
Mi fortaleza está en recordar y celebrar la luz
que auró mi amistad con los semejantes a mi conciencia.
¡Ah, desconocidos que como niños intentaréis saltar
una vez y otra sobre vuestra propia sombra!
¿Creéis que con vuestra altura patagónica podréis
soslayar el tiempo prescrito…?
Simplemente, estáis locos por las fechas.
Ésta, que fue portentosa luna sanguinolenta, os asegura:
Quien guarda su lengua y su boca,
a sí mismo se guarda de la angustia.
Mantiene fresca su amargura
La diosa cesante prepara un sendero a sus pies,
para que todos sus deslices, firmes sean.
¿Y a vosotros, jóvenes ancianos de encías dolorosas,
por ventura, no os tientan inteligencia y sabiduría…?
Declarad, aventureros altivos, sin reservas lo tremendo:
La tristeza es la mayor de las fuerzas.
La tristeza tiñe de rojo sangre nuestro lívido olvido.

(Di: ¿Acaso me tienes miedo…?
Siempre vuelves al punto de partida.
La vida es un círculo; si vicioso, siniestro.
Si virtuoso, ingenuo.
Ingenuidad relativa a quien te acompaña.)
Scroll hacia arriba