mis amigos son los valientes

 
 
 
 
 
Mi trabajo es una especie de proceso sordo, mudo, literal.
Estar de guardia siempre ahí.
No vayáis a imaginaros algo muy seductor, fascinante, o simplemente, inteligente.
 
(Multum in parvo… soy uno de esos artilugios irracionales, pero muy útiles, que tienen el aspecto exterior de una navaja de bolsillo, aunque un poco hinchada. Esconden hojas de diversos tamaños, destornilladores, sacacorchos, tenacillas, leznas, lima de uñas, reglas y gubias.)
 
Soliloquio con la astucia o verdad neurológica – usura, activación última de la cicatriz. Business as usual.
 
 
 
 
En esta primavera mía al invierno tan próxima, me ha parecido que sentías amistad hacia mí. Que me dirigías tu mirada y tu sonrisa. Y habrás oído mi suspiro nervioso, retenido, delicado, como si quisiese cantar un enfermo que tiene los pulmones perdidos.
 
El mar se nos parece mucho. No tiene el corazón duro y sin pulsación de la tierra. Nos comprende perfecta, amistosamente, estando como está a punto siempre de ahogarse. Su vida, en el interior, como la nuestra.
 

Mucho he errado por este mundo singular… se me suministró abundante morfina en la infancia; abundante traición en la juventud. La muerte vino presta y fiel a lamerme, no se digna a soltarme. Así que juntas nos perpetuaremos a través de la pintura. Herida pura sobre un horizonte declinante, herida pura.

(El instinto prevalece aquí como fuego que la clásica perspectiva aviva, no por tradicional, menos caballeresco -el fuego, digo-… El crimen está hecho de las dulzuras de esta tierra…)

 
 
 
 

Mi amor: De ti sólo aceptaré el relámpago de la autoridad, el relámpago de la duda, la dependencia de las ruinas… no, nada de elogios… tonalidades de la ternura. Ser aún insignificante ante el color. Condensación de paisajes deshauciados.

Barcos abandonados como tapones de corcho después de una fiesta.

Azul, color del vértigo, color del infinito.
Y sin embargo, desafíos: El azar de la constante obstinación.
(Cuidado: Nómadas antes que nada.)
 
 
 
 
Esta torpe limitación de huesos y aliento, tras la carga teatral del momento único -ojos de viejos leones, llenos de cosas insondables.
 
¿Te rompería el alma si te dijese que…?
La límpida risa de la fuente… -al final de tan húmeda frase empezaría a llover.
 
 
 
 
Zozobra: Deslumbrante remanso al otro lado del miedo.
No poder descansar. Si desmayamos, volverá a empezar el crimen.
Así que sólo queda volverse hacia la pared con gesto humilde, resignado, de animal que sufre.
 
Salón de baile… murmullo apasionado.
Un verdadero duelo, jugando al principium individuationis.
 
 
 
 
Vete en paz, yo te llevo. Y avanza lentamente, reconociendo las calles, contándolas, como se hace por un bosque (mediante la subdivisión y el rayado obsesivo, aumenta el espacio hasta límites inverosímiles, como aumenta la polifonía la capacidad del espacio temporal en el que la música acontece.)
 
Pasó el torbellino delirante de bromas de confetti.
 
El abismo sin puente de la procreación.
Insalvable.
Pero la dulzura es azul.
 
 
Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila.
Todos… todo será amonedable en anécdotas comunes.
 
 
 
 
Enfermedad de la salud, grados de alza y caídas de intensidad.
La soberanía de la emoción inconfesable…- perfectamente confesable como mal chiste.
 
El olvido es la inconsciencia cuando se está de pie. Luego, en silla de ruedas, el olvido no existe. La lucidez, broma rapsódica, apocalipsis postural.
 
¡Ah… el duelo vuelve sonora la voluptuosidad…!
 
Innumerables individuos en cada infinitesimal instante.
 
Cuando desear era útil.
 
Desear.
 
Dios es el único forastero que aquí entra impunemente.
 
 
 
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